A continuación, veremos las ventajas y desventajas del suelo radiante respecto a los radiadores.

Radiadores VS. Suelo Radiante

Ahora que llega el invierno, el suelo radiante es uno de los productos más novedosos y que más piden nuestros clientes en sus hogares. Sobre todo hablamos de hogares recién edificados, nuevos de obra, que aún no tienen instalado ningún sistema de calefacción.

Un gran porcentaje de los hogares españoles dispone de los radiadores como principales emisores de calor. Pero, en pleno siglo XXI los fabricantes no dejan de innovar y diseñar nuevos sistemas de calefacción que ofrezcan mejores resultados que los ya comentados radiadores. Uno de sus principales competidores es el suelo radiante. Un sistema de calefacción que se está extendiendo en nuestro país y que cada vez es más barato de instalarse. A continuación, pasaremos a hablar de las ventajas y desventajas del suelo radiante respecto a su principal competidor, los radiadores.

Calefacción por radiadores

¿Calefacción por radiadores o por suelo radiante?

¿Cuál es mejor? ¿La calefacción por suelo radiante o la calefacción por radiadores? Como en muchas otras preguntas la respuesta se resume a: Depende. Hemos de saber que ambos sistemas tienen un funcionamiento totalmente distinto.

El suelo radiante, por ejemplo, funciona calentando el suelo de la estancia, mientras que el radiador lo hace calentando el aire de la estancia. Puede parecer que es lo mismo, pero no. El suelo radiante tarda más en calentar el aire de la estancia, pero conserva más el calor, mientras que el radiador todo lo contrario, calienta muy rápidamente el aire de la estancia, pero no conserva el calor.

¿Qué gasta más? Aquí la respuesta es sencilla. El radiador. La explicación es muy sencilla, el radiador funciona a una mayor temperatura que el suelo radiante, por lo que el suelo radiante al trabajar a menor temperatura gasta menos.

Es por eso que en Gasfriocalor recomendamos los radiadores para una casa de fin de semana, con muy poca masa térmica, ya que lo interesa es calentar el aire de forma rápida. Si lo que quieres es calentar una residencia habitual de una gran superficie, te recomendamos el suelo radiante porque lo que interesa en este caso es calentar esa masa térmica del suelo para que contribuya a conseguir una temperatura de confort.

Otra ventaja del suelo radiante, por muy curiosa que parezca es la higiene. Y es que un sistema de calefacción por suelo radiante no crea pelusas, ni polvo. Ya que al trabajar con baja temperatura no se forman corrientes de aire ni turbulencias que afecten a la sequedad de las vías respiratorias. Es por ello que los hospitales y las guarderías eligen el suelo radiante.

Calefacción por suelo radiante

Desventajas del suelo radiante

Pero no todo son ventajas respecto al suelo radiante. Existen algunas cosas a tener en cuenta antes de realizar la instalación de tu sistema de calefacción de suelo radiante.

Lo primero de todo, y de lo que todo el mundo habla es el coste de la instalación del suelo radiante. Si bien es cierto que hoy en día el coste de una instalación de radiadores es mucho más económico que no el del suelo radiante. Pero este último, cada año que pasa es más y más barato por lo que se posiciona como una alternativa muy a tener en cuenta.

Otra desventaja es el mantenimiento. En grandes instalaciones puede llegar a convertirse en un problema. ¿Por qué? Porque en hogares de más de una planta, a veces es complicado localizar fugas que se detecten. Estamos hablando de una infinidad de conexiones, llaves, purgadores, racords que pueden causar un mal funcionamiento de partes de la instalación. Para ello debe existir un protocolo de mantenimiento planificado y regular.

Por último, uno de los inconvenientes con el que nos hemos encontrado a la hora de instalar este tipo de sistemas es que no se adapta bien a los cambios bruscos de temperatura exterior (olas de calor o frío, días soleados o nublados) ya que, los termostatos no responden inmediatamente a las órdenes, pues el suelo requiere una gran cantidad de tiempo en enfriarse (o calentarse). Al final y al cabo, hay que pensar en la calefacción como un gran barco que cuesta ponerlo en marcha y mucho más pararlo. 

 

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